Los niños deberían deberían someterse a una revisión ocular antes de los 6 meses, a los 3 años y justo al comienzo de la etapa escolar. A partir de entonces, necesitan someterse a una revisión anual aún cuando no presenten problemas visuales, porque a menudo los más pequeños no se dan cuenta de los cambios hasta que pasa demasiado tiempo.
Si el niño necesita gafas o lentes de contacto, el profesional de la visión marcará la pauta de esas visitas con el objetivo de realizar un seguimiento. La periodicidad de los exámenes oculares es importante porque durante los años escolares la prescripción óptica suele variar con frecuencia.
Hay que tener en cuenta que el 80 por ciento de lo que un niño aprende en el colegio, se presenta de manera visual.
Extraído de: revista Consejos de la Fundación Salud Visual (www.funsavi.es)