En pleno siglo XXI, las demandas tecnológicas en los puestos de trabajo han supuesto, en muchos casos, importantes problemas de visión. Sin embargo, siguiendo unas sencillas pautas de ergonomía conseguirás que el trabajo ante la pantalla del ordenador no le pase factura a tu bienestar visual:
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Acude a revisiones visuales periódicas para asegurarte de que la prescripción de tus gafas o lentes de contacto es la correcta. Pídenos que te adaptemos específicamente unas gafas para el trabajo frente al ordenador, ya que las lentes que usas habitualmente pueden no ser las más recomendables para la informática. La pantalla del ordenador suele situarse más alta y a mayor distancia del usuario que un libro, por lo que las gafas bifocales, por ejemplo, no están adaptadas para esa distancia o ángulo de trabajo.
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Haz pausas de quince minutos cada dos horas para que los ojos descansen. Además, cada veinte minutos, asómate por la ventana o dirige la mirada al infinito durante unos veinte segundos para cambiar el enfoque de los ojos.
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Parpadea con regularidad, ya que esto evitará la sequedad ocular.
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Utiliza un humidificador o usa gotas humectantes cuando sea necesario.
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Ajusta la resolución y el contraste del monitor. Cuanta mayor sea la resolución de la pantalla, más clara será la imagen, lo que redundará en un mayor confort visual. Si al incrementar la resolución de la pantalla al máximo, las letras aparecen muy pequeñas, se puede aumentar el tamaño de fuente para compensar. Asimismo, para leer las letras con más facilidad, se debe ajustar el contraste entre los caracteres y el fondo. El brillo del monitor no debe ser ni demasiado intenso ni demasiado tenue.
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Evita los deslumbramiento y reflejos. Los reflejos en la superficie de la pantalla se pueden minimizar mediante cortinas en las ventanas, interruptores que hagan la luz ambiental más tenue y filtros de reducción del deslumbramiento. Para mitigar los brillos, conviene eliminar las fuentes de luz que puedan encontrarse en la zona periférica y posicionar el monitor perpendicular a las ventanas o a otras fuentes de iluminación intensa.
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Mantén el monitor libre de huellas y polvo, ya que pueden reducir la claridad.
LA POSTURA TAMBIÉN CUENTA
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Los pies deben apoyarse planos sobre el suelo (o en un reposapiés o plinto ligeramente inclinado), con las rodillas dobladas formado un ángulo de aproximadamente 90 grados o más.
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El asiento debe soportar las piernas sin ejercer una presión excesiva sobre la parte posterior de los muslos.
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La espalda debe estar bien ajustada contra el asiento para que se adapte perfectamente al perfil de la columna vertebral. El ángulo que se forma entre el muslo y el torso debe rondar los 90 grados.
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Las muñecas y las manos deben extenderse casi rectas desde el codo hasta la fila central de teclas del teclado (es decir, las que representan las letras A, S, D, F, etcétera).
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El ángulo de inclinación del teclado debe hacer que las muñecas estén rectas.
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La altura de la mayoría de las mesas o escritorios ronda los 70-74 cm, aunque una altura inferior, de 66 cm, puede resultar más cómoda.
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El monitor debe situarse a una distancia aproximada de 50-65 cm en función de su tamaño y de las condiciones visuales.
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Monitor y teclado han de situarse alineados justo enfrente del usuario.
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La parte superior del monitor tiene que estar ligeramente por debajo del nivel de los ojos y la pantalla debe estar inclinada en un ángulo de 10-20 grados.
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Los soportes o atriles para los documentos tienen que estar situados cerca de la pantalla a la misma distancia de visión.
Fuente: revista Consejos de la Fundación Salud Visual (www.funsavi.es)